viernes, 25 de mayo de 2012

“No necesito a Dios, tengo mi propia conciencia”: La historia de Liberal.


“No necesito a Dios, tengo mi propia conciencia”: La historia de Liberal. Por Gabriel Wüldenmar Ortiz

Hemos leído en algún lugar este lema que da pie a preguntar cómo sería un mundo en el que rigieran leyes basadas realmente en principios coherentemente emanados de una visión atea de la realidad, con independencia de la tradición ética de las sociedades normales, y donde podamos entender por fin por qué se hicieron las normas de la “ética atea” y de qué principios materialistas y ateos se deducen tales leyes morales. En realidad, este experimento ya se ha hecho, a mediados del s. XIX, cuando un grupo de ateos fundó una ciudad en Missouri (USA) que llamaron “Liberal”, pues quisieron vivir en una comunidad que excluyera toda religión, en particular deberían estar excluidas las “supersticiones del cristianismo”.

A los pocos meses las realidades del ateismo, que habían sido puestas en práctica, ya tenían a la nueva ciudad convertida en un caos degradante de abusos, robos, peleas, juego y alcohol. El periodista C. Braden, del Post-Dispatch de St. Louis publicó un artículo explicando toda esta decadencia y los ateos lo demandaron a él y al periódico por difamación. Pero en el juicio, la evidencia de que la ciudad era pura degeneración era tan abrumadora que el Post-Dispatch y Braden fueron absueltos al cabo de pocos minutos de deliberación por parte de un jurado, y se condenó a la ciudad de Liberal a pagar las costas. Después de esto, muchos ateos convencidos de siempre empezaron a abandonar la ciudad. Uno de ellos admitió que un incrédulo rodeado de cristianos puede manifestar su incredulidad y soportarla, pero que toda una ciudad de ateos era demasiado horrible de ver.

Sin embargo, desde el laicismo más feroz se insiste en expulsar a la religión de las escuelas porque, de hecho, dicen, no hace falta para crear una sociedad ética. Hace mucho tiempo que se sabe que esto es falso. Ya a comienzos del s. XX, el Prefecto del Sena (París) ordenó investigar las razones del incremento de la criminalidad infantil. Halló un dato significativo, el 89 % de los ingresados en reformatorios pertenecían a escuelas laicas estatales ateas y sólo el 11 % procedían de escuelas cristianas.

La sociedad de USA desde 1960 a 1990 vio incrementar la tasa de criminalidad en un 560 %; en un 400 % los nacimientos ilegítimos, se triplicó el número de niños con un solo padre, aumentó más de un 200 % el número de suicidios en jóvenes menores de 20 años y ha disminuido en casi 80 puntos el promedio de puntuaciones de los exámenes (SAT) de acceso a la universidad. Los datos son de W. Bennett, ex-secretario de educación y experto en drogas bajo de la administración y miembro del Instituto Hudson. En 1990 el comité especial público sobre el estado de salud de los adolescentes “Code Blue”, formado por expertos notables, declara que “jamás ha existido una generación de jóvenes norteamericanos menos sanos, menos atendidos o menos preparados para la vida”. La única variable que correlacionaba de manera significativa con este proceso era la descristianización y el aumento de actitudes materialistas, hedonistas.

¿Suicidio? El paladín ateo Dawkins revela que un estudio sobre las actitudes frente a la muerte entre ateos americanos arrojó que el 99% apoyaba el suicidio asistido por un médico para todos aquellos que simplemente lo desearan, el 75% lo quería para sí mismo. Su fanatismo se veía claramente en el siguiente dato: un 100% no deseaba contacto alguno con los miembros de un Hospital si este era religioso.