sábado, 30 de junio de 2012

¡MALOS PASTORES!

¡MALOS PASTORES! (por Gabriel Wüldenmar)


Los empobrecidos, los desesperados, los inmigrantes, a los que han dejado sin hogar y siguen extorsionando, las víctimas de robo y opresión por parte de los ricos y poderosos… vienen a encontrar refugio y protección en la Casa de Dios, la casa de todos, la casa de la solidaridad… y vosotros, los custodios de la Casa, ¿llamáis a los esbirros para que echen a los pobres a empujones?
¿Habéis leído el Evangelio alguna vez, guías ciegos, sepulcros blanqueados? ¿Qué parte no entendéis? Os habéis equivocado, malos administradores, la Virgen María dice que Dios acoge y enaltece a los humildes y es a los ricos a los que despide vacíos. Cristo usó el látigo para echar del templo a los mercaderes y no a los pobres. Pero vosotros ¡hacéis lo contrario! Recibís a los opresores bajo palio mientras oprimen al pueblo.

Cristo dice que cuando acogemos al pobre, al huérfano, a la viuda… a Él lo acogéis. Y en la que decís que es Su propia casa ¿no los recibís? Y vosotros, que debíais ser la voz que clama la justicia y la solidaridad, sólo calláis ante las injusticias de este sistema, no sois sal de la tierra ni luz del mundo…Pero Dios oye el llanto del que sufre y os pedirá cuentas. La sal que ya no sala será tirada. La lámpara que ya no alumbra será cascada.

¿Y vosotros os llamáis custodios del tesoro de las enseñanzas de Cristo? ¿No recordáis a Cristo cuando dice “ay de vosotros los ricos” y “bienaventurados los pobres? ¿No recordáis “fui inmigrante y me acogisteis”? ¡Administradores infieles! ¡Hipócritas! ¿No sabéis que entre esos empobrecidos que habéis desalojado, os miraba y pedía socorro el propio Cristo? ¿Sabíais que era Cristo a Quién entregabais a los esbirros del sistema?

Como cristiano me avergüenzo del mal ejemplo que dais. Con vuestras acciones deshonráis las Palabras de Cristo y las habéis pisoteado. El Señor dijo: “Ay por quienes venga el escándalo”. Y ahora viene por vosotros. Por vuestra causa, los enemigos de la fe se crecerán, muchos se decepcionan de la religión y otros reciben un Evangelio deformado. Pero Dios os ve y ante Él no caben hipocresías. Por esto os vendrán justas persecuciones y recibiréis tanta misericordia y ayuda como la que demostráis. De vuestro poder seréis removidos con vergüenza.

He abogado muchas veces por la Iglesia, por la cosas buenas que ha hecho y hace cada día, pero a vosotros, los jerarcas, no puedo consideraros hermanos, sino causa de vergüenza y tristeza. Estáis colmando vuestra medida. ¡Arrepentíos y rectificad mientras estéis a tiempo! ¡Dejad de acomodaros a los criterios del mundo y del poder y cumplid con aquello con lo que un día solemnemente os comprometisteis ante Dios! Ved los signos proféticos de los tiempos y cómo el hacha ya está en la raíz. No creáis que vuestros hábitos os protegen; no son nada para Dios. Ante Él estáis desnudos…