domingo, 8 de septiembre de 2013

CÓMO ENTENDER LA BIBLIA (y II)

¿CÓMO ENTENDER LA BIBLIA? (y II).

Por Gabriel Wüldenmar Ortiz (fragmento de mi obra “La Incansable llamada de Dios. La Revelación Universal. Origen y presencia del concepto de Dios”).
 Hay, pues, que distinguir, por un lado, entre las ideas religiosas de la Biblia, conformes a la perfección de la naturaleza divina (a un concepto moral y espiritualmente elevado de Dios) y, por otro, las miserias humanas (conjurando así el error o “ruido” moral de la Biblia). También debemos distinguir entre dichas ideas religiosas sublimes y la cosmovisión anticuada de aquellas culturas, es decir, sus creencias meramente circunstanciales y secundarias (conjurando así el error o “rudio” fáctico-científico de dicha obra). Al fin y al cabo, los autores bíblicos eran hijos de su tiempo y de su cultura e, incluso respecto a la Revelacion, sólo lenta e imperfectamente fueron viendo la verdad.


El gran Mahatma Gandhi ya había intuido, de forma totalmente independiente a nosotros, esta realidad. Así, escribió: "aunque creo que los libros fundamentales han sido inspirados, también han sufrido un proceso de filtrado doble. En primer lugar, fueron enunciados por un profeta humano; posteriormente, pasaron a través de los comentaristas de los profetas. Nada hay en ellos que proceda directamente de Dios... sólo Dios es inalterable, pero dado que Su mensaje es recibido por medio de los imperfectos seres humanos, siempre correrá el riesgo de resultar distorsionado en proporción al grado de pureza del medio que lo transmite".

Por supuesto, siempre hay malintencionados entrenados para detectar lo negativo y nunca lo positivo, cuando, en realidad, deben detectarse y separarse ambas cosas. En realidad, ambos elementos aparecen complejamente mezclados. Hay libros donde el nivel de ruido es muy alto y la señal muy baja, como en los cuatro últimos libros de la Torah (Pentateuco), pues Dios aparece cruel y obsesivamente ritualista. Hay libros en que el nivel de ruido es mediano, casi empatado con la señal, incluso tendiendo a ser bajo, como en los profetas (que defienden la justicia social y la pureza espiritual de parte de Dios, pero aún no están libres del nacionalismo judío, etc.). Y libros donde el nivel de ruido es muy bajo y la señal es muy alta (para los cristianos, el Nuevo Testamento, porque nos habla el propio Dios-Jesús).

¿Por qué Dios ha permitido esta contaminación? El mayor don que Dios nos ha dado es la libertad, sin ella ni siquiera el amor ni la fe tienen ningún sentido. Efectivamente, si obligo a alguien por la fuerza a que diga que me ama o que cree en mí, ni su “amor” ni su “fe” tienen valor alguno, porque son falsos, ¿por qué? porque no son libres. Por eso Dios, respetando nuestra libertad, no ha querido impedir las interferencias humanas en la Biblia y en la Revelación en general. Pero, al mismo tiempo nos ha dado a cada uno el maravilloso poder de distinguir la "señal" del "ruido". Simplemente pensando bien (lo mejor que podamos) sobre Él. Así de sencillo.

Esto es lo que hemos llamado la “Teología de la Excelencia”, que se enuncia en este sencillo precepto: pensemos siempre de Dios lo mejor que podamos concebir, lo más elevado que seamos capaces. Puede ser que acertemos (Dios nos ha dado el don de conocerle) o puede que no (pues Dios es infinitamente más de lo que podemos concebir), pero una cosa es cierta: estaremos más cerca de la Verdad que si pensamos algo menos bueno de Él. Veamos un caso práctico. El Modelo A presenta un Dios que comete crueldades (ej: ordenar el exterminio de bebés), el Modelo B supone que tales comportamientos no pueden proceder del mismo Dios que dice "No matarás", porque es Dios Amor. La Teología de la Excelencia nos pregunta ¿cuál es el modelo que presenta mejor y más dignamente a Dios conforme a su Santidad Infinita? Evidentemente, el B. Por tanto, podemos diferenciar lo que es digno de Dios (porque incluso va contra la bajeza moral e instintiva humana) y lo que no lo es (porque atenta contra su Santidad). Así podemos diferenciar en la Biblia lo que es de Dios y lo que es contaminación humana.


Efectivamente, es posible distinguir lo que es verdadera experiencia de Dios y lo que es añadido humano. Lo es conociendo el “estilo” de Dios y cuán diferente es del pensamiento humano. Las señales de la verdadera comunicación con Dios son: amor que no excluye a nadie, comprensión, bondad, compasión, fraternidad, libertad, universalidad, veracidad, razón, justicia solidaria, espiritualidad trascendente, antimaterialismo y relativización de lo mundano... Ahí podemos reconocer la verdadera comunicación con lo que Dios es y lo que constituye lo mejor de nosotros mismos. Donde veamos mezquindad, venganza, crueldad, cortedad de miras, arbitrariedad, bajeza moral, opresión, egoísmo, codicia, falsedad, partidismo, injusticia...podemos estar seguros de que ha intervenido la cicatera y miope mentalidad humana.

(Más información en: http://lacasadelasabiduria.com/obras.php


CÓMO ENTENDER LA BIBLIA (I)

¿CÓMO ENTENDER LA BIBLIA? (I)
Por Gabriel Wüldenmar Ortiz (fragmento de mi obra “La Incansable llamada de Dios. La Revelación Universal. Origen y presencia del concepto de Dios”).


En todo momento debemos tener presente que la inspiración procedente de Dios se percibe muchas veces como un sentimiento inefable de Él, que pierde mucho al ser expresado en palabras y que no anula bruscamente los sesgos culturales ni los aprendizajes previos de las personas. Sentir a Dios no garantiza expresarlo siempre correctamente, coma a coma, y menos cuando esa experiencia pasa por el filtro de la teología, la educación y la cultura de una determinada sociedad y época.

Así, la Biblia no puede ser considerada un conocimiento infalible comunicado directamente por Dios, sino la crónica humana de unos acontecimientos en que se puede ver la Revelación de Dios a través de la experiencia de un pueblo. Aunque pueda leerse como un tesoro de profundas intuiciones y enseñanzas religiosas, la Biblia tiene también un carácter humano, es el testimonio humano (con todos sus defectos) de la Revelación (con toda su elevación). No es por sí misma revelación, sino un texto humano (y por tanto falible) que da fe de acontecimientos revelatorios y de otros que no lo son, junto con sus diversas interpretaciones, simbolizaciones y especulaciones culturales (a menudo erradas).

Dios no se revela a través de la letra de un libro inerrante, sino del espíritu (muchas veces velado con un simbolismo profundo) que emana de la experiencia vital del pueblo de Israel y los profetas. De hecho, la interpretación literal de la Biblia data del inicio del fundamentalismo a comienzos del s XX, y constituye lo novedoso, frente a la tradición antigua y medieval que reconocía la existencia en ella de diferentes formas literarias y niveles de verdad, e interpretaba alegórica o figurativamente muchos pasajes. En esta línea continuaron los reformadores protestantes.

Esa actitud es la adecuada, porque en ninguna parte se pretende que la Biblia haya sido DICTADA por Dios letra a letra, sino INSPIRADA por Él. Esto implica que no se elimina el factor humano, psicológico, social, cultural (Dios nos ha dado nuestra libertad y la respeta). En la Teoría de la Comunicación se nos enseña que todo mensaje tiene dos partes: el "ruido" (las interferencias, perturbaciones, etc.) y la "señal" (el contenido significativo del mensaje). Como toda forma de comunicación (y la Revelación lo es), en la Biblia se mantienen ambos factores.

En todo lo humano que vehiculiza a lo Divino existen también interferencias, hay que distinguir el ruido inservible de la señal útil; esto ocurre con todos los libros espirituales, y la Biblia, como fruto de la acción humana, no es una excepción. Las miserias morales, los nacionalismos culturales, la parcialidad, la injusticia, la ignorancia, el error, etc. de los hombres están presentes en ella junto con la grandeza, profundidad y belleza de la Palabra Divina, y con el intento de aquellos de aprovecharse de Ésta para apoyar sus fines mezquinos o sus cosmovisiones erróneas.


En otras palabras: analizando la Biblia encontramos elementos moralmente poco edificantes: guerras de exterminio, matanzas, inmoralidades, nacionalismo exacerbado que pretende usar a Dios, etc. Esto es, evidentemente, "ruido" o "interferencias" humanas que hay que separar de la "señal" auténtica de Dios. Digamos que en la Biblia (como en cualquier otro libro religioso) los humanos, en nuestra miopía e ignorancia, a veces presentamos a Dios como ordenando o bendiciendo actos que evidentemente no pueden proceder de Él porque contradicen su Santidad y Grandeza. Debemos separar ese ruido de esa señal. Por no hacer bien esa distinción, los inquisidores católicos o protestantes, los actuales sionistas o los evangélicos del Pentágono pudieron y pueden hacer cosas como organizar guerras, torturar personas, fomentar las armas, tener esclavos, etc. y todo creyendo, al mismo tiempo, que están actuando de acuerdo con Dios, porque así lo presenta en ocasiones la Biblia.

(Más información en: http://lacasadelasabiduria.com/obras.php)